Los factores de riesgo de ictus bien establecidos incluyen hiperlipidemia, diabetes e hipertensión, cada uno de los cuales puede ser influido por la dieta. Los restaurantes de comida rápida se han convertido para muchos estadounidenses en una parte fundamental de su ingesta dietética diaria. Un reciente estudio epidemiológico se propuso examinar si existía una asociación entre la abundancia de restaurantes de comida rápida en un determinado barrio y la incidencia de ictus.
Los autores utilizaron datos de un estudio realizado sobre la mayoría de episodios cerebrovasculares registrados en Corpus Christi, Tejas, durante un periodo de tres años. Estos datos demostraron previamente su robustez, en parte por los métodos tan rigurosos empleados para el registro de episodios en una población de cerca de 300,000 habitantes. Los autores usaron las guías del Censo de Estados Unidos para definir 64 barrios distintos en Corpus Christi. A partir de una lista comercial y de una definición estándar de “comida rápida” se identificaron los restaurantes de este tipo en un radio de una milla alrededor de cada barriada.
Durante el periodo de estudio se codificaron 2727 episodios cerebrovasculares. La exclusión de los ictus no isquémicos, de los ictus múltiples y de aquellos pacientes que vivían en residencias (cabe suponer que sin mucha capacidad de elección de restaurante) dejó 1247 casos para su análisis. Se identificaron 262 restaurantes de comida rápida, con una mediana de número por barrio de 22 (IQR 12-33).
Después de ajustar por datos demográficos, incluyendo raza y factores socioeconómicos, los autores encontraron una significativa asociación entre el número de restaurantes de comida rápida en un barrio determinado e ictus (p= .02). El riesgo de ictus en un barrio aumentaba un 1% por cada restaurante de comida rápida presente (RR, 1.01; CI del 95%, 1.00-1.01). La comparación de los barrios situados en los percentiles 75 y 25 según el número de restaurantes de comida rápida mostró un aumento del riesgo relativo de ictus de 1.13 (CI del 95%, 1.02-1.25). Esta relación fue significativa en los grupos de edad de 45-59 años y 60-74 años, pero no lo fue en el grupo de edad >75. Curiosamente, no hubo ninguna relación significativa entre los factores de riesgo de ictus ateroesclerótico y el número de restaurantes de comida rápida en cada barrio.
Este estudio tiene varias limitaciones, incluyendo el hecho de demostrar una relación en un único grupo de población que reside en un determinado condado de Estados Unidos. Ciertamente, esta asociación no equivale a causalidad, aunque es verosímil que la dieta afecte al riesgo de ictus. Sin embargo, sería de esperar que los autores también encontraran una relación entre factores de riesgo ateroesclerótico e ictus si realmente estas opciones dietéticas impulsaran esta relación. Aunque el estudio realizó un ajuste por raza y por factores socioeconómicos, tal vez los restaurantes de comida rápida sólo sean un marcador de otros factores de riesgo de ictus, como la falta de ejercicio o un número reducido de visitas al médico de atención primaria.
Pase lo que pase, los resultados de este estudio son interesantes y marcan la pauta para estudios posteriores sobre este importante tema. La identificación de factores de riesgo de ictus en la propia comunidad es un paso importante hacia el inicio de posibles intervenciones en el barrio para reducir las tasas de ictus. Por el momento, el médico puede usar este estudio para recordar de nuevo a los pacientes la importancia de una dieta sana en la prevención primaria del ictus.
Los autores utilizaron datos de un estudio realizado sobre la mayoría de episodios cerebrovasculares registrados en Corpus Christi, Tejas, durante un periodo de tres años. Estos datos demostraron previamente su robustez, en parte por los métodos tan rigurosos empleados para el registro de episodios en una población de cerca de 300,000 habitantes. Los autores usaron las guías del Censo de Estados Unidos para definir 64 barrios distintos en Corpus Christi. A partir de una lista comercial y de una definición estándar de “comida rápida” se identificaron los restaurantes de este tipo en un radio de una milla alrededor de cada barriada.
Durante el periodo de estudio se codificaron 2727 episodios cerebrovasculares. La exclusión de los ictus no isquémicos, de los ictus múltiples y de aquellos pacientes que vivían en residencias (cabe suponer que sin mucha capacidad de elección de restaurante) dejó 1247 casos para su análisis. Se identificaron 262 restaurantes de comida rápida, con una mediana de número por barrio de 22 (IQR 12-33).
Después de ajustar por datos demográficos, incluyendo raza y factores socioeconómicos, los autores encontraron una significativa asociación entre el número de restaurantes de comida rápida en un barrio determinado e ictus (p= .02). El riesgo de ictus en un barrio aumentaba un 1% por cada restaurante de comida rápida presente (RR, 1.01; CI del 95%, 1.00-1.01). La comparación de los barrios situados en los percentiles 75 y 25 según el número de restaurantes de comida rápida mostró un aumento del riesgo relativo de ictus de 1.13 (CI del 95%, 1.02-1.25). Esta relación fue significativa en los grupos de edad de 45-59 años y 60-74 años, pero no lo fue en el grupo de edad >75. Curiosamente, no hubo ninguna relación significativa entre los factores de riesgo de ictus ateroesclerótico y el número de restaurantes de comida rápida en cada barrio.
Este estudio tiene varias limitaciones, incluyendo el hecho de demostrar una relación en un único grupo de población que reside en un determinado condado de Estados Unidos. Ciertamente, esta asociación no equivale a causalidad, aunque es verosímil que la dieta afecte al riesgo de ictus. Sin embargo, sería de esperar que los autores también encontraran una relación entre factores de riesgo ateroesclerótico e ictus si realmente estas opciones dietéticas impulsaran esta relación. Aunque el estudio realizó un ajuste por raza y por factores socioeconómicos, tal vez los restaurantes de comida rápida sólo sean un marcador de otros factores de riesgo de ictus, como la falta de ejercicio o un número reducido de visitas al médico de atención primaria.
Pase lo que pase, los resultados de este estudio son interesantes y marcan la pauta para estudios posteriores sobre este importante tema. La identificación de factores de riesgo de ictus en la propia comunidad es un paso importante hacia el inicio de posibles intervenciones en el barrio para reducir las tasas de ictus. Por el momento, el médico puede usar este estudio para recordar de nuevo a los pacientes la importancia de una dieta sana en la prevención primaria del ictus.
Morgenstern LB et al: Fast food and neighborhood stroke risk. Ann Neurol 66: Early View ahead of print, 2009
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