Un estudio que se ha publicado en la revista Journal of Alzheimer's Disease muestra que las ondas electromagnéticas de alta frecuencia tienen efectos protectores —e incluso potenciadores— en la cognición de ratones transgénicos modelo de enfermedad de Alzheimer.
En el pasado, estas ondas electromagnéticas de alta frecuencia han sido causa de temor a posibles efectos nocivos en la salud, pero la Organización Mundial de la Salud y otras organizaciones de salud han llegado a la conclusión, basándose en publicaciones científicas, de que no hay riesgos sobre la salud derivados del uso de los teléfonos móviles, ni en adultos ni en niños.
Hay que distinguir entre la exposición a campos electromagnéticos de baja frecuencia, como la asociada al mantenimiento de líneas eléctricas y telefónicas, que en varios estudios epidemiológicos ha mostrado una posible vinculación a un mayor riesgo de Alzheimer, y la debida a campos electromagnéticos de alta frecuencia. Varios estudios, aunque no todos, han sugerido que estos últimos muestran beneficios sobre la atención y la memoria de trabajo en individuos con función cognitiva normal. La telefonía móvil genera este tipo de campo electromagnético, de alta frecuencia.
El estudio que ahora comentamos presenta la primera evidencia de que la exposición a largo plazo al uso de teléfonos móviles (con una frecuencia de 918 MHz y una potencia de 250 mW/kg) aporta beneficios cognitivos, tanto de protección como de mejora. Estos efectos se apreciaron tanto en los ratones normales como en los ratones transgénicos modificados genéticamente para que desarrollen la enfermedad de Alzheimer.
Se colocaron un total de 96 ratones (entre normales y transgénicos) en varias jaulas distribuidas alrededor de una antena situada en el centro, sometiéndolos a ese campo magnético de alta frecuencia durante 7 a 9 meses. La exposición utilizada cada día ha sido equivalente a la que experimentaría la cabeza de un ser humano con el uso del teléfono móvil durante dos periodos de una hora al día.
La exposición al campo magnético de alta frecuencia mejoró —e incluso revirtió el deterioro de— la función cognitiva en todos los ratones. Además, redujo el depósito de β-Amiloide en los ratones transgénicos, en los que también se observó que aumentaba la temperatura cerebral. Los autores sugieren varios mecanismos posibles e interrelacionados para este efecto de los campos electromagnéticos de alta frecuencia, entre ellos el aumento del aclaramiento de β-Amiloide, un incremento de la actividad neuronal y el incremento del flujo sanguíneo cerebral.
Aunque se ha de ser muy cauto al extrapolar estos estudios a los humanos y hay que llevar a cabo más estudios que puedan obtener similares resultados, los autores concluyen que:
En el pasado, estas ondas electromagnéticas de alta frecuencia han sido causa de temor a posibles efectos nocivos en la salud, pero la Organización Mundial de la Salud y otras organizaciones de salud han llegado a la conclusión, basándose en publicaciones científicas, de que no hay riesgos sobre la salud derivados del uso de los teléfonos móviles, ni en adultos ni en niños.
Hay que distinguir entre la exposición a campos electromagnéticos de baja frecuencia, como la asociada al mantenimiento de líneas eléctricas y telefónicas, que en varios estudios epidemiológicos ha mostrado una posible vinculación a un mayor riesgo de Alzheimer, y la debida a campos electromagnéticos de alta frecuencia. Varios estudios, aunque no todos, han sugerido que estos últimos muestran beneficios sobre la atención y la memoria de trabajo en individuos con función cognitiva normal. La telefonía móvil genera este tipo de campo electromagnético, de alta frecuencia.
El estudio que ahora comentamos presenta la primera evidencia de que la exposición a largo plazo al uso de teléfonos móviles (con una frecuencia de 918 MHz y una potencia de 250 mW/kg) aporta beneficios cognitivos, tanto de protección como de mejora. Estos efectos se apreciaron tanto en los ratones normales como en los ratones transgénicos modificados genéticamente para que desarrollen la enfermedad de Alzheimer.
Se colocaron un total de 96 ratones (entre normales y transgénicos) en varias jaulas distribuidas alrededor de una antena situada en el centro, sometiéndolos a ese campo magnético de alta frecuencia durante 7 a 9 meses. La exposición utilizada cada día ha sido equivalente a la que experimentaría la cabeza de un ser humano con el uso del teléfono móvil durante dos periodos de una hora al día.
La exposición al campo magnético de alta frecuencia mejoró —e incluso revirtió el deterioro de— la función cognitiva en todos los ratones. Además, redujo el depósito de β-Amiloide en los ratones transgénicos, en los que también se observó que aumentaba la temperatura cerebral. Los autores sugieren varios mecanismos posibles e interrelacionados para este efecto de los campos electromagnéticos de alta frecuencia, entre ellos el aumento del aclaramiento de β-Amiloide, un incremento de la actividad neuronal y el incremento del flujo sanguíneo cerebral.
Aunque se ha de ser muy cauto al extrapolar estos estudios a los humanos y hay que llevar a cabo más estudios que puedan obtener similares resultados, los autores concluyen que:
«La exposición a campos electromagnéticos de alta frecuencia puede representar una terapéutica no invasiva y no farmacológica frente a la enfermedad de Alzheimer y, en general, un abordaje efectivo para mejorar la memoria».
Referencia bibliográfica: Gary W. Arendash, Juan Sanchez-Ramos, Takashi Mori, Malgorzata Mamcarz, Xiaoyang Lin, Melissa Runfeldt, Li Wang, Guixin Zhang, Vasyl Sava, Jun Tan, Chuanhai Cao. Electromagnetic Field Treatment Protects Against and Reverses Cognitive Impairment in Alzheimer’s Disease Mice. Journal of Alzheimer's Disease 2010;19:191-210.
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