Se ha propuesto una asociación que relaciona la enfermedad periodontal con un aumento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. No está claro el mecanismo de esta relación, pero se han barajado efectos directos de la infección o la inflamación periodontales o, quizá, efectos indirectos por un aumento de la susceptibilidad a la ateroesclerosis debido a la inflamación crónica. Un estudio reciente se propuso explorar la relación entre enfermedad periodontal e ictus utilizando el seguimiento longitudinal de un gran grupo de pacientes.
Los autores seleccionaron a un subgrupo de pacientes incluidos en el Normative Aging Study, cohorte de varones del área metropolitana de Boston seguidos desde los años sesenta del siglo pasado. Se incluyeron 1231 pacientes en un grupo "dental" del estudio, incluyéndose aquí tres exploraciones bucales al año, con sondaje periodontal de cada diente (medida de la inflamación presente) y radiografías de toda la boca para evaluar la pérdida de hueso alveolar (que mide los antecedentes de periodontitis). Se definió enfermedad cerebrovascular como cualquier ictus o accidente isquémico transitorio (TIA) durante el periodo del estudio, según criterios del Framingham Heart Study. Como este estudio longitudinal comenzó en la década de 1960, no se pudieron clasificar definitivamente algunos episodios cerebrovasculares como hemorrágicos o isquémicos debido a la falta de estudios de imagen.
Este artículo refuerza el interés de recordar constantemente a los pacientes la importante relación entre salud periodontal y episodios vasculares...
Tras excluir, al inicio del estudio, a los pacientes con episodios cerebrovasculares y a los edéntulos, se incluyó a 1137 varones, con una edad media de 48 años, lo que representa 27 506 personas-año. Se produjeron 80 episodios cerebrovasculares, con 19 TIA y 17 fallecimientos. Se encontró una asociación cuantitativa entre la puntuación media de pérdida ósea de la boca, evaluada por radiografías, y la incidencia de enfermedad cerebrovascular (HR, 3.52; IC del 95%, 1.59-7.81, comparando las categorías óseas más altas con las más bajas, tendencia, p < .001). Este efecto fue considerablemente más acusado en los varones <65 años. Un subanálisis de los episodios isquémicos confirmados (n = 27) demostró efectos aún más marcados que los observados en el análisis combinado de enfermedad cerebrovascular. En contraste con estos resultados, no se encontró asociación entre la profundidad del sondaje y un aumento del riesgo de enfermedad cerebrovascular en los análisis combinados o ajustados por edad.
Entre los puntos fuertes de esta investigación se encuentra la naturaleza longitudinal del diseño del estudio con seguimiento amplio y exploraciones bucales seriadas realizadas por un periodontólogo experto. Entre las limitaciones, destaca el número relativamente pequeño de episodios cerebrovasculares que se detectaron y la incapacidad de clasificar y confirmar cuidadosamente muchos de esos episodios con las técnicas de imagen modernas. Además, este estudio sólo incluyó a varones de raza blanca y, por lo tanto, es cuestionable la posibilidad de generalizar sus resultados a otros grupos.
Este estudio relaciona de nuevo un tipo de enfermedad vascular con la mala salud periodontal. Es interesante que la única asociación demostrada fue con la pérdida de hueso alveolar, un marcador de antecedentes de periodontitis, y no con una medición de inflamación periodontal activa; esta observación puede impulsar nuevas investigaciones sobre el mecanismo implicado. Desde el punto de vista médico, este artículo refuerza el interés de recordar constantemente a los pacientes la importante relación entre salud periodontal y episodios cardiovasculares/cerebrovasculares. Si los pacientes necesitan otra razón más para la práctica de una buena higiene bucal y visitas regulares al dentista, este artículo les debe proporcionar esa motivación.
Los autores seleccionaron a un subgrupo de pacientes incluidos en el Normative Aging Study, cohorte de varones del área metropolitana de Boston seguidos desde los años sesenta del siglo pasado. Se incluyeron 1231 pacientes en un grupo "dental" del estudio, incluyéndose aquí tres exploraciones bucales al año, con sondaje periodontal de cada diente (medida de la inflamación presente) y radiografías de toda la boca para evaluar la pérdida de hueso alveolar (que mide los antecedentes de periodontitis). Se definió enfermedad cerebrovascular como cualquier ictus o accidente isquémico transitorio (TIA) durante el periodo del estudio, según criterios del Framingham Heart Study. Como este estudio longitudinal comenzó en la década de 1960, no se pudieron clasificar definitivamente algunos episodios cerebrovasculares como hemorrágicos o isquémicos debido a la falta de estudios de imagen.
Este artículo refuerza el interés de recordar constantemente a los pacientes la importante relación entre salud periodontal y episodios vasculares...
Tras excluir, al inicio del estudio, a los pacientes con episodios cerebrovasculares y a los edéntulos, se incluyó a 1137 varones, con una edad media de 48 años, lo que representa 27 506 personas-año. Se produjeron 80 episodios cerebrovasculares, con 19 TIA y 17 fallecimientos. Se encontró una asociación cuantitativa entre la puntuación media de pérdida ósea de la boca, evaluada por radiografías, y la incidencia de enfermedad cerebrovascular (HR, 3.52; IC del 95%, 1.59-7.81, comparando las categorías óseas más altas con las más bajas, tendencia, p < .001). Este efecto fue considerablemente más acusado en los varones <65 años. Un subanálisis de los episodios isquémicos confirmados (n = 27) demostró efectos aún más marcados que los observados en el análisis combinado de enfermedad cerebrovascular. En contraste con estos resultados, no se encontró asociación entre la profundidad del sondaje y un aumento del riesgo de enfermedad cerebrovascular en los análisis combinados o ajustados por edad.
Entre los puntos fuertes de esta investigación se encuentra la naturaleza longitudinal del diseño del estudio con seguimiento amplio y exploraciones bucales seriadas realizadas por un periodontólogo experto. Entre las limitaciones, destaca el número relativamente pequeño de episodios cerebrovasculares que se detectaron y la incapacidad de clasificar y confirmar cuidadosamente muchos de esos episodios con las técnicas de imagen modernas. Además, este estudio sólo incluyó a varones de raza blanca y, por lo tanto, es cuestionable la posibilidad de generalizar sus resultados a otros grupos.
Este estudio relaciona de nuevo un tipo de enfermedad vascular con la mala salud periodontal. Es interesante que la única asociación demostrada fue con la pérdida de hueso alveolar, un marcador de antecedentes de periodontitis, y no con una medición de inflamación periodontal activa; esta observación puede impulsar nuevas investigaciones sobre el mecanismo implicado. Desde el punto de vista médico, este artículo refuerza el interés de recordar constantemente a los pacientes la importante relación entre salud periodontal y episodios cardiovasculares/cerebrovasculares. Si los pacientes necesitan otra razón más para la práctica de una buena higiene bucal y visitas regulares al dentista, este artículo les debe proporcionar esa motivación.
Jimenez M et al: Periodontitis and incidence of cerebrovascular disease in men. Ann Neurol 65: Early View Ahead of Print, 2009.
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